jueves, 25 de julio de 2013

Infancia perdida en un juego de dados en cualquier casino de malamuerte.

Mi infancia es una casita de muñecas y veranos en bicicleta.
Crecí sin creer en el coco ni en los monstruos que viven en el armario, teniendole un poco de miedo a las sombras que formaban las ramas y sabiendo a ciencia cierta que unas finas sabanas blancas no podian protegerme de nada.
Aprendí muchas cosas siendo una niña.
Pero creo que a medida que nos enfrentamos a las cosas que el destino nos tiene preparado aprendemos a querernos y a luchar por lo que realmente importa.
Cuando somos solo unos crios nos enseñan las bases para poder formar parte de este juego de normas cambiantes, un juego en el que ser diferente es malo.

Yo que siempre pensé que la belleza estaba, precisamente, en lo diferente.

Un juego en el que todos creemos ser del mismo equipo pero nos equivocamos. Creo que quiero volver a jugar dentro de una caja de cartón. A ver si allí dentro creo un juego que mejore las cosas.

Fue un tiempo en el que nos sentíamos bien con todo lo que hacíamos, que siempre nos veíamos bien al mirarnos al espejo y nos divertíamos con las cosas mas absurdas.
Un tiempo en que no necesitábamos una copa ni un cigarro, ni un amigo siquiera.
Que llegábamos y era tan fácil como hablar con la primera persona que tuviésemos cerca.

Debo ser de las pocas que aun cuenta baldosines y se niega a pisar lineas en secreto, no sea que descubran que juego a dos cosas a un mismo tiempo y me descalifiquen.

Con lo fácil que era vivir sintiéndote el mas valiente al colgar los ruedines o al ser capaz de llegar un poquito mas alto. Con ese poder sanador que tenia el beso de una madre o la suavidad de un peluche apretujado contra el pecho. Con esas ganas de que llegase un nuevo día.

¿No podríamos volver a ser un poco mas niños y a luchar con un poco de cordura?

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