domingo, 23 de febrero de 2014

Yo nunca he sido de rosas rojas y peluches

Volvía a casa y el camino se me hacia un mundo, pero no era tan largo. Supongo que a veces los caminos más difíciles son los más cortos. Y es que sabía que nadie estaba esperando.

Los portales ya no tienen la misma luz desde que decidiste perder los modales en otra parte y la radio del coche no funciona. Puede que no tenga valor de tararear nada que nos recuerde lo lejos que estamos de lo que fuimos.

Y cielo, con esto no quiero decirte que te eche de menos. Asumelo, las decisiones más difíciles también se toman lejos de casa, porque casa siempre fuiste tú.

Pero no se, los mismos de siempre también son distintos ahora - como nosotros - y los lugares que nos daban la espalda ahora los arropan más que nunca.

No he vuelto a ver la noche tan oscura desde hace años, aunque no me preocupa. De esta manera puedo verlo todo más claro aunque no estés conmigo.

Que yo que se, no he vuelto a dejarme caer por ningún sitio que haya visitado antes contigo por si acaso me encuentro conmigo. Con esa niña que le pedía el cielo al primero que sabía volar un poco, aunque solo fuese a dos palmos del suelo.

Porque los veintitantos siempre nos recuerdan lo viejos que somos y lo que estamos cambiando. Ya sabes, tu ahora eres todo eso que siempre quisieron que fueses y que yo siempre he dudado que quisieses ser tu. Pero oye cada uno decide su camino, sea suyo o de otro, aunque sea un error meterse en terrero neutral teniendo tan claro en cual quieres estar.

De todas formas eso de los caminos es un lio y no siempre llevan a Roma, ni siquiera de vuelta a ningún puto sitio que nos guste más.

Y bueno, felicidad-es saber que los dos estamos bien.

Pese a los años, los daños y esas cosas de las que hablan los entendidos de la vida. Esos que saben mucho más que nosotros y que seguro que hubiesen hecho lo correcto.

Aunque bueno. Nosotros también lo hicimos.

Sopla y pide un deseo.

miércoles, 12 de febrero de 2014

Poder no es querer, es hacer.

La verdad es que no soy tan valiente como pensaba,
que aún me sonrojo si me cruzas con la mirada
y que suelo soñar mirando por la ventana.

Que tiendo a idealizar
y a castigar cosas irrelevantes

Y que si algo me viene grande no encuentro cinturón que lo sostenga, y bueno, me quedo quieta.

Que no se romper, ni minimizar, ni destruir cualquier conversación relevante,  sea del tipo que sea.
Me duela o no.

Que sigo buscando estrellas bajo las luces de Madrid, porque me niego a pensar que estoy tan contaminada.

Y entiendeme.

Una vez quise ser cielo pero me daba mucho vértigo.

Vivir en las nubes es precioso hasta que llega una tormenta y solo quieres meterte en la cama - de alguien-

Y abrazarlo muy fuerte, por si cuando amaine decide marcharse.

Joder. Como duele. El pecho, cuando estoy entre la espada y la pared.

He prometido al menos dos veces que avisaria al volver y no lo he cumplido. He dicho que haría hueco al menos quince y he jurado cervezas. Todos los días.

Pero es que creo que si lo hago me daré de bruces con una situación q no podre controlar.

Pero bueno, tal vez este sea uno de esos días negros en los que todo tiende a una mierda. Y esas cosas que pensamos después de doce horas fuera de casa.

Lo siento. Siento comprometerme con todo aunque no sea asunto mio y siento bajar la cabeza cuando tengo que decir que yo, estoy aquí, que soy capaz, que no me hace falta empujón ni hostia para dar el salto.

A veces es que nos damos cuenta tarde o simplemente no queremos darnos cuenta.

Me siento.

Grande, muy grande.

Puedo

lunes, 10 de febrero de 2014

Sueñate, es más sano.

Malditos consejos.
Siempre llevan razón.
O al menos cuando dicen que no debemos esperar que los demás actúen como lo haríamos nosotros.

Que no se puede dar nada por hecho
o que la maldita regla general se quedo corta en el primer paso.

Tienes cara de estar al borde de un precipicio
deseando que alguien te empuje
¿puedo hacerte compañía?
de veras, parece que hay buenas vistas.

O mejores que estas,
Que por mucho que miro el asfalto sigue igual de negro.

Me aconsejaría dejar el teléfono
subir de nuevo a mi lugar favorito
dejar de pensar en lo que los demás esperan de mi
o incluso en lo que yo pienso de mi,
que me juega más de una mala pasada.

Y cerrar los ojos.
Tomar aire.
Sentir paz.

Buenas noches.
Ojalá sueñes con algo tan bonito como contigo mismo, que como leí hace tiempo, tenemos unas alas muy de puta madre pero muy poquitas ganas de echar a volar.

¿Me empujas?