viernes, 2 de agosto de 2013

Que ser mujer no es fácil, pero nadie nos dijo que fuese a serlo.

A veces me pregunto que clase de mujer sere un dia de estos, si sere una de esas que se suben a unos tacones con su falda de tubo y que tienen dos escobas. Una para sus casas y otra para recoger los pedazos de su vida en general.

No hace mucho me preguntaron si sabia en que momento exacto habia madurado.
No me pare ni un momento a pensarlo, como hago siempre con las respuestas importantes, simplemente contesto.
Le mire y le dije que no existía un momento,  que bajo mi punto de vista nunca dejamos de crecer, que no hay un día, ni una hora, ni siquiera una edad que nos convierta en adultos.
Que llevo madurando desde que era una niña, como cuando termine de leer un libro sin dibujos o sostuve a mi hermana pequeña en mis brazos en aquel cuartucho de hospital doce horas después de nacer, cuando cogi por primera vez un avión sola o cuando me lance a una aventura, sin red.
Que yo llevaba madurando toda la vida y que quizas nunca dejaría de hacerlo.
Y puede ser que jamas llegue a ser una de esas mujeres metidas en una falda de tubo, ni de las que van en planos y con bolsos grandes donde llevar los juguetes de sus hijos.
Quizas yo sea completamente distinta a cualquier mujer que conozca, pero seguire siendo fiel a mi misma y aprendiendo de mis errores y sonriendo a todo aquel que crea que dejé de ser una niña. A todo aquel que piense que jamás sere una gran mujer.
Yo creo que para ser una gran mujer solo hace falta ser realmente feliz

No hay comentarios:

Publicar un comentario