jueves, 19 de diciembre de 2013

Brújulas que te llevan a casa sin haber salido de ella.

Una vez juré que en caso de necesidad me volvería capitán,
que me pondría el traje reglamentario,
levantaría la cabeza
y tomaria las riendas.

De mi vida.
Pero hoy tengo casi un año más y
aún no he sido capaz de mirar el timón.

He trasteado con los botones y 
me he recorrido el barco, 
no se,
como quince mil veces.

Pero no he tomado las riendas.

Aún así sigo llevando la brújula al cuello,
por si me pierdo.

Sin embargo he tomado más café del que debía
y he dormido menos horas de las recomendadas.

Y he llegado a pensar que quizás
pronto llegaría el día en que le echase pelotas
y  tocaría el timón,
le cogería gusto,
y ya no volvería a soltarlo jamás.

Pero hoy ha llovido,
ha hecho un frío de narices
y yo solo quería meterme en la cama.

Aunque al final me he lavado el pelo y
he puesto una de esas canciones que están en la carpeta
positive de mi iPod 
y de repente estaba echando en falta una cerveza
y una conversación atemporal 
y ¿por que no?
tomar las riendas.
Y he querido creer que no importan los años que cumpla,
ni cuanto tiempo tarde en ser una persona de provecho.


Por que el dia que lo haga,
yo seguire siendo yo,
ellos seguirán entendiendo mis manias
y seguira existiendo el frio aterrador que te hiela los huesos
y el calor naranja que te tiñe el pelo.

Que no importara,
las cosas que pasen o 
las vueltas que de al barco

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